El actual escenario ha generado gran preocupación por la propagación acelerada de la pandemia del COVID-19, situación que ha llevado a los gobiernos y bancos centrales de todo el mundo a liberar cantidades sin precedentes de estímulos fiscales y monetarios, al igual que la creación de distintas políticas y medidas de apoyo durante las últimas semanas para tratar de mermar las desestabilización económica que sufren los países afectados por este virus.

La situación se vuelve más compleja si no se elaboran e implementan salidas viables que estimulen al sector empresarial, evitando así el declive hacia lo que sería un panorama devastador. Y es que, indiscutiblemente, de la historia hemos aprendido grandes lecciones de cómo afrontar estos desafíos; salta a la memoria “La Gran Depresión”, también conocida como crisis de 1929, cuyo detonante fue la caída de la bolsa de valores en Estados Unidos, que produjo la reducción de consumo y producción llevando a la quiebra a muchas empresas y al desempleo a incontables personas. Ante toda esta problemática, la política intervencionista implementada por Franklin D. Roosevelt contenía dos objetivos: el primero perseguía una solución a corto plazo, realizando inversiones relevantes para la creación de programas de asistencias sociales, laborales y agrícolas; mientras que el segundo potenció la competencia leal para las empresas y la libertad de sindicato y negociación de contratos colectivos, fomentando así la adhesión de sociedades.

Sin duda, la experiencia histórica nos permite obtener una óptica congruente sobre la problemática actual, orientándonos a una solución acertada. Por su parte, hoy en día existe mayor repercusión por encontrarnos en una época totalmente globalizada, y en esta dimensión, las medidas que se tomen deben ser más puntuales para atender de manera acertada el sistema económico de nuestro país.

Respecto al nuevo orden mundial, hay una opinión mucho más generalizada acerca de cómo deberían de actuar los instrumentos internacionales como: préstamos por el FMI a muy largo plazo a los países con mayores necesidades de divisas; la renegociación de deudas bilaterales y garantía de flujos de capital positivos; la ayuda directa internacional cómo préstamos a largo plazo; y, la compra activa de bonos emitidos a los países más agobiados por la crisis, por parte del FED, del Banco Central Europeo, del Banco de China y del Banco Central del Japón, al igual que de las naciones más poderosas.

La Realidad de Ecuador en esta Crisis

Dentro del contexto nacional, se han acogido cuatro modalidades de empleo que buscan dar respiro a la empresa: teletrabajo, reducción de horas laborales, cambios de la jornada laboral y suspensión de labores. Así mismo, varios analistas explican que esa posibilidad aplica mayormente para trabajadores formales cuyas actividades se desarrollan en una oficina.

La legislación ecuatoriana y su regulación conexa contemplan en la actualidad una serie de beneficios tributarios para las empresas nacionales o extranjeras que ejecuten nuevas inversiones productivas en el Ecuador, principalmente enfocadas hacia la exoneración parcial o total de impuesto a la renta. En tal virtud, apuntamos a la Ley de Fomento Productivo, la cual prevé disposiciones favorables para el empresario como: nuevo cálculo de anticipo de impuesto a la renta, exenciones en pago de dividendos y utilidades, entre otras medidas destinadas a dinamizar esta área.

Por otro lado, y tal como lo hemos puesto de manifiesto desde el inicio de este artículo, la situación emergente ha repercutido significativamente a este sector, por tanto, afrontar este fenómeno únicamente con las medidas descritas, sería como ir a la guerra sin armas; en otras palabras, más allá de generar impuestos y retenciones, debemos apuntar ahora a que el sector empresarial pueda trabajar, obtenga estímulos y beneficios que le permitan generar empleo, inversión y divisas, obviando así cargas superfluas que lo conduzcan al quiebre de la empresa y con ello el despido masivo de trabajadores.

Así mismo, es importante señalar -y de hecho, no es novedad- la importancia y papel que desempeñan el agro y las cadenas de productos de consumo masivo en esta situación, pues, pese a que este primero no ha contado con políticas estratégicas para una mejor proyección ante este panorama, han contribuido arduamente con el país para que no exista un colapso brutal y una degradación preponderante dentro de la economía de algunas familias ecuatorianas. Es entonces que podríamos escatimar que hay una gran plataforma que permita reactivar la economía dentro de este sector.

En efecto, todo lo anteriormente descrito, se resume en que el país no puede continuar con el modelo económico actual, y para evitar que los daños sean letales, es necesario que todos los ecuatorianos trabajemos en unidad, poniendo a consideración las siguientes posibles soluciones:

• Disminución del gasto burocrático y del tamaño del Estado.
• Apertura a todos los tratados de libres comercio.
• Reforma laboral.
• Establecimiento de un sistema temporal de compensación al sector exportador mediante un recargo al sector importador.
• Creación de programas que faculten la financiación de manera sectorizada a empresas con riesgos de quiebra.
• Reforma completa de la estructura y manejo de las tasas de interés, eliminando arbitrajes intrasectoriales.
• Nueva estructura e independencia del BCE.
• Fortalecimiento de la Superintendencia de Bancos.
• Facultar con una ley de quiebras o análoga, el que empresas que no pueden seguir operando sigan abiertas.
• Focalización de los subsidios.
• Adoptar paquetes de estímulo, con gasto estatal destinado a mantener los empleos y la economía, proteger salarios, el bienestar de los trabajadores, y las pequeñas y medianas empresas (PyME).

En suma, el “windfall profit tax” ha sido una medida adoptada por muchos países de modo excepcional, tratándose como una contribución especial por ganancias inusitadas, ya que hay empresas que paradójicamente, debido a la situación, tienen un mayor volumen en ventas, como por ejemplo las farmacéuticas, o las empresas de comercialización de alimentos, o productoras de ciertos bienes.

En definitiva, somos visionarios y fervientes defensores de dar medidas puntuales, realizando un análisis real, jurídico y técnico que nos permita construir criterios sólidos, evitando disputas innecesarias, sino, por lo contrario, siendo partícipes de la solución, más aun cuando la estabilidad sanitaria, social, económica y política de nuestro país está en juego, y el accionar debe ser inmediato. Por tanto, el compromiso y determinación que cada ciudadano asuma para contrarrestar los efectos de esta pandemia nos permitirá dentro de breve tiempo retomar nuestras actividades diarias, que han sido drásticamente desplazadas; sin embargo, este momento es también el más idóneo para que los millares que surgieron de las batallas heroicas puedan protagonizar un precedente histórico en nuestro país.
Difícilmente en lo que va de este año se habrá realizado inversión significativa debido al escenario económico que el país está atravesando a raíz de la pandemia, haciendo imposible generar o incrementar empleo neto o aplicar la contabilidad de costos a nuevos proyectos, factores que inciden para acogerse a los incentivos descritos. Por tanto, y considerando que muchos de estos beneficios fenecen en este año (el 20 de agosto para ser más precisos), es imprescindible que el gobierno tome acción y los extienda para la generación de empleo y así afrontar la crisis económica pospandemia.